Veintiún lagrimas

"Todo tiene un motivo"

Me dijo esa voz proveniente de un légamo piélago,
después de 24 horas en un sin fin de pensamientos sin escapatoria notoria, esa acidez corrosiva que brota por tus ojos de manera terriblemente imparable.

Parsimonioso el día y la noche

con cigarrillos, 

y sustancias un tanto prohibidas,

anheladas por la calma que te pide con ansias

ser saciada, la fatídica inexperiencia que te hace pensar si lo sucedido fue tu culpa

si... ¿lo es?.

El cobarde herido, 

se consume y consume toda forma de vida existente, 

con ganas de seguir, de continuar, de avanzar, de considerar un futuro inseguro,

su falta de valentía y agallas generó una ablación en otra persona que si lo tomó en consideración.

Sus oscuros ojos, y el filo de la obsesión eran uno, esa bestia era la misma que profanaba amor y yo lo recogí como un mendrugo y lo aborde como tal,

me deje llevar...
¿pero no se trata de eso? 

¿dejar de sentirse inepto al amor?.

Como mínima instancia, 

dar aliento a la fecha y su contenido basto

algo intrínseco y estúpido;

permitiendo su existencia efímera 

como el rocío de la noche

 y la escarcha de la mañana,

con tiempo para caducar y lugar de despedida ya puesto sobre la mesa, 
incluyendo
un boleto de avión sin retorno
a un encuentro.